Cuando empecé a tomar contacto con las Constelaciones familiares, las Regresiones, las canalizaciones…mi vida dio un giro radical.

Empecé a verme y a ver que nada es lo que parece a simple vista. Solté pena, dolor y creencias de como debían ser las cosas. Empecé a ver una increíble Red tejida con un amor inmenso que no dirigimos nosotr@s y que teje un camino a medida para cada un@.

Vi la importancia de dejar de posicionarme en un lado u otro de la historia y empecé a respetar las decisiones de cada un@, incluidas las mías, como formas de aprendizaje. Todas válidas, ni mejores ni peores. Empecé a tomar la invitación que me hacía la vida de explorar el campo del presente lleno de infinitas posibilidades en mí y a mi alrededor. Confieso que me daba un poco de vértigo y que me sentía extraña.

Durante la pandemia me llegaban mensajes como:” es un despertar…cada uno decide…” “observa, siente, no te enfrentes, agradece…”. Y en silencio se desvelaban ante mí: hechos de mi infancia, miedos ancestrales, culpa, ideas del imaginario colectivo de que: la Tierra es un valle de lágrimas y ejemplos claros de como cada un@ de nosotr@s hacemos que finalmente así sea.

Llegué a pensar que me volvía loca, pues ante situaciones extremas veía las dos caras de la moneda.

Dos caras, una moneda.

Un todo, todo uno.

Me retiraba de las conversaciones agresivas contra el virus, así como las conversaciones excesivamente halagadoras ante las maravillas de la medicina.

En mi historia personal, de forma paralela, se daban hechos en los que unas personas me mostraban su amor y otras manifestaban su desamor…Al principio no entendía nada, procuraba no caer en un extremo u otro. A veces lo conseguía, otras veces no…

Para el ego era difícil no reaccionar y defenderse a los comentarios a mis espaldas…y fácil sucumbir a los halagos…ambas partes me desequilibraban…

Todo ello me acompañó a ver otras facetas de mí, así como de los demás… ¿Quién es quién…?Pensaba. Y recordé uno de los grandes aprendizajes que me brindó el teatro. “Un grupo de amigos representamos unos personajes…,” los buenos y los malos”, ¡todos tan creíbles que parecen de verdad!… Y al terminar la función, los mismos (buenos y malos) nos abrazamos y saludamos al público. ¿Quién  es quién?

Los que me muestran su amor y los que manifestaban su desamor…todos, formamos parte de la misma troupe.

Un todo, Todo uno.

Gracias al acompañamiento de lo que no vemos, a lo que yo llamó sutil, puedo ver que tanto a las personas que hoy muestro mi enfado como a las que manifiesto mi amor hemos compartido experiencias diversas (lo que algunos llaman otras vidas). Esas experiencias compartidas que quedan en dolor , o lo que algunos llaman Karma, actúan en este presente como memorias vivas dispuestas a ser vistas, amadas y equilibradas. Resulta que a veces la lio yo… y a veces ell@s …Sin embargo la red nos sigue mostrando el camino:  la unión  y el equilibrio, al tejer nuestr@s hilos unidos hoy.

¿ Quién es quién?

Llegan las guerras, las muertes y el dolor de nuevo…me veo observando mis reacciones internas. Lo sutil, la red, siempre presente tejiendo con hilos de conciencia me dice: «no te posiciones, observa los sentimientos de injusticia…a donde te llevan…¿qué no aceptas…?» Y a la par me regala acompañar a personas en sus procesos de toma de consciencia, de liberación, de autocuidado. Y puedo observar en el otr@, en mí: los sentimientos de culpa, de impotencia. Escucho esa frase tan repetida por algunas personas en algunas sesiones de acompañamiento, esos pensamientos que igual no manifiesto pero que en algún lugar de mi residen sin darme cuenta: “Si existe Dios como puede permitir este horror, tanto sufrimiento”. Todo ello unido a lágrimas, experiencias de rechazo, de angustia, y de miedo… Es en esos momentos en los que me pido mayor claridad, no poner de mi cosecha, poder ver y escuchar a la Red, de forma nítida, aunque lo que veamos no nos guste. Y entonces ocurre la magia: el dolor de las personas remite, o se acentúa hasta llegar a un punto en el que permite que lo acumulado encuentre un canal de liberación. Al tomar conciencia, al conectar de nuevo con lo sutil, se destensan los rostros y los cuerpos. Las personas que así nos lo permitimos experimentamos que no existe ni más allá ni más acá y que todo es uno. Algunas personas nos abrimos a escuchar y ver como los abortos, dejan de ser sufrimiento y se transforman en luz para toda la familia. A veces llegan bebes cuando se había perdido toda esperanza. Otras veces vivenciamos como la enfermedad traza un camino de sanación y como el calor humano de la escucha sin juicio, de la compasión, del llanto acogido y del miedo expresado, unen sin atar y liberan sin pensar.

Hace unos días la cera de una vela que uso en las sesiones de acompañamiento se transformó en el símbolo del YING YANG, al meditar sobre ello nace este escrito que acabo de compartir.

Siguen llegando mensajes de amor tejidos por la la Red:

“No hay nada fuera, todo a ver en ti. Las polaridades son un todo, si las aíslas dejas de ver la unidad de todo, Uno.”

Gracias.

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